24/7 - The Passion of Life
La película 24/7 - The Passion of Life, dirigida
por Roland Reber fue rodada en el 2005 y estrenada al año
siguiente. Esta cinta parece (no la he visto) que trata de romper
con todos los valores establecidos, especialmente en lo que se
refiere a la sexualidad y el enfoque religioso de la vida.
Asumiendo el título de esta película como inspiración para esta
reflexión, es preciso afirmar que la familia hay que vivirla 24/7
y como pasión de la vida; de lo contrario se vuelve un
estropajo, un tollo, y el desorden que se generará convertirá a
este núcleo esencial de la sociedad en difunto en vida, que
tendrá como consecuencia la necesidad de ponerle un rótulo
que diga: “La familia ha muerto, descanse en paz (RIP)”.
La familia hay que asumirla como una pasión 24/7: sentirla,
amarla y hacerla parte esencial de nuestros proyectos y
empresas. La familia es el más importante proyecto de nuestra
vida, porque en ella se aprende a vivir el valor del amor, que es
el que más nos acerca a Dios.
No me cansaré de repetir que a la familia hay que sacarle cada
día el jugo: echarle azúcar o mejor miel para que se endulce,
frutas para que tome sabor; ponerle un buen molde de hielo
para que se enfríe, colocarla en una bandeja con flores para
hacerla agradable… y disfrutarla.
¡Ah! Se me olvidaba: si todavía queda algo de ese sabroso
jugo, hay que guardarlo para el día siguiente, pues es casi
seguro que lo vamos a necesitar.
La familia no se puede vivir a retazos, hay que vivirla 24/7.
Más que un lugar físico en el que la gente se siente estar presa,
coartada en su libertad y busca cómo escaparse, se trata de un
espacio espiritual, impulsado por una actitud inspirada en el
amor, que genera pasión por interrelacionarse, encontrarse,
apoyarse, siguiendo las orientaciones que nos da San Pablo
sobre el amor:
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es
egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se
deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo
lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Co
13, 5-7)
Para vivir la familia 24/7, como una pasión de vida amorosa
que contagia a todos sus miembros, es necesario, por tanto,
elaborar un plan de acción, orientado en tres valores esenciales.
Por una parte, la razón debe ser el primer valor que la mueva.
Es una facultad que el Señor nos ha regalado y que la tenemos
ahí para usarla en nuestro beneficio. El comportamiento
familiar debe ser permanentemente racional: nada de gritos,
peleas, discusiones estériles. Todo debe enfocarse
razonablemente y no a lo bruto.
Pero no basta la razón, hay que hacer que el amor dirija a la
familia y conduzca sus pasos armoniosamente. Hay que
recordar la expresión de San Francisco de Sales: “Se cazan más
moscas con un chin de miel que con un barril de vinagre.”
Y, naturalmente, junto al amor hay que poner como guía la fe.
Si falla la fe en la familia, todo se derrumba, ya que el amor y
la fe caminan juntos. Dios, que es amor, debe ser el soporte
número uno de todo lo que se mueva a nivel familiar, pues sólo
El, con su misericordia, puede dar la fuerza necesaria para
enfrentar la dura tarea de construir una familia 24/7, como
pasión de vida.
por Roland Reber fue rodada en el 2005 y estrenada al año
siguiente. Esta cinta parece (no la he visto) que trata de romper
con todos los valores establecidos, especialmente en lo que se
refiere a la sexualidad y el enfoque religioso de la vida.
Asumiendo el título de esta película como inspiración para esta
reflexión, es preciso afirmar que la familia hay que vivirla 24/7
y como pasión de la vida; de lo contrario se vuelve un
estropajo, un tollo, y el desorden que se generará convertirá a
este núcleo esencial de la sociedad en difunto en vida, que
tendrá como consecuencia la necesidad de ponerle un rótulo
que diga: “La familia ha muerto, descanse en paz (RIP)”.
La familia hay que asumirla como una pasión 24/7: sentirla,
amarla y hacerla parte esencial de nuestros proyectos y
empresas. La familia es el más importante proyecto de nuestra
vida, porque en ella se aprende a vivir el valor del amor, que es
el que más nos acerca a Dios.
No me cansaré de repetir que a la familia hay que sacarle cada
día el jugo: echarle azúcar o mejor miel para que se endulce,
frutas para que tome sabor; ponerle un buen molde de hielo
para que se enfríe, colocarla en una bandeja con flores para
hacerla agradable… y disfrutarla.
¡Ah! Se me olvidaba: si todavía queda algo de ese sabroso
jugo, hay que guardarlo para el día siguiente, pues es casi
seguro que lo vamos a necesitar.
La familia no se puede vivir a retazos, hay que vivirla 24/7.
Más que un lugar físico en el que la gente se siente estar presa,
coartada en su libertad y busca cómo escaparse, se trata de un
espacio espiritual, impulsado por una actitud inspirada en el
amor, que genera pasión por interrelacionarse, encontrarse,
apoyarse, siguiendo las orientaciones que nos da San Pablo
sobre el amor:
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es
egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se
deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo
lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Co
13, 5-7)
Para vivir la familia 24/7, como una pasión de vida amorosa
que contagia a todos sus miembros, es necesario, por tanto,
elaborar un plan de acción, orientado en tres valores esenciales.
Por una parte, la razón debe ser el primer valor que la mueva.
Es una facultad que el Señor nos ha regalado y que la tenemos
ahí para usarla en nuestro beneficio. El comportamiento
familiar debe ser permanentemente racional: nada de gritos,
peleas, discusiones estériles. Todo debe enfocarse
razonablemente y no a lo bruto.
Pero no basta la razón, hay que hacer que el amor dirija a la
familia y conduzca sus pasos armoniosamente. Hay que
recordar la expresión de San Francisco de Sales: “Se cazan más
moscas con un chin de miel que con un barril de vinagre.”
Y, naturalmente, junto al amor hay que poner como guía la fe.
Si falla la fe en la familia, todo se derrumba, ya que el amor y
la fe caminan juntos. Dios, que es amor, debe ser el soporte
número uno de todo lo que se mueva a nivel familiar, pues sólo
El, con su misericordia, puede dar la fuerza necesaria para
enfrentar la dura tarea de construir una familia 24/7, como
pasión de vida.
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