EL ESPEJO Y LA FAMILIA La mayoría de los seres humanos, lo primero que hace al levantarse es mirarse al espejo. Es una rutina que se hace inconscientemente. En esa ceremonia diaria, con la más provocadora sinceridad, el espejo parece entablar con cada uno de sus clientes una conversación, diciéndole: “Estás barbudo, descuidada, cansado, aburrida, sin ánimo, deprimida; pero, ¡qué feos están tus dientes!...” La reacción normal, de quien quiere mantenerse en condiciones aceptables, es empezar a restaurar su imagen: cepillarse, lavarse la cara, ducharse, peinarse. Si es mujer, se pone un poco de coloretes, polvo, quizás aretes. Si es hombre, se afeita, se unta un poco de perfume. En fin, nos damos a la tarea de mejorar nuestra imagen y hacerla más agradable. Todo el mundo quiere tener una buena apariencia y para eso hace lo imposible: va al salón, al barbero, al sastre, a las tiendas, a la modista, se limpia los zapatos, se pone una corbata, un saco y así por el estilo. Y cuando ya está impecablemente vestido va de nuevo a preguntarle al espejo: -“Eh, ¿qué te parece?” –“Ahora estás mejor”, le responde el espejo. Lo mismo sucede a nivel de la salud. Cuánto dinero nos gastamos en medicina, en visitas a médicos, diferentes tipos de análisis, placas, intervenciones quirúrgicas. Para estar bien buscamos momentos y días para descansar, ir a la montaña, a la playa, de excursión. Y sobre todo tratamos de alimentarnos en la forma más adecuada, balanceada, preocupándonos para mantener la forma. Restaurar nuestras fuerzas y remozar nuestra imagen es una necesidad y para eso estamos dispuestos a gastar dinero y tiempo. Eso es sumamente importante en nuestra vida. Pero, ¿Qué sucedería si la familia se mirase al espejo? ¿Qué piensan que le diría a esa institución tan importante, fundamental, de la sociedad? -“Espejito, espejito: Dime si soy la más bella”, preguntaría la familia. Y el espejo, con la frialdad que le caracteriza, le respondería: “Ay, ay, familia. No quiero desanimarte ni echar tus ánimos por el suelo, pero ¡qué fea te ves!” Y continúa el espejo: “Familia querida, te han hecho una caricatura, un monstruo. Primero destruyendo tu aliado principal que es el matrimonio. Pues ves, hombres y mujeres se juntan sin ningún tipo de responsabilidad ni proyecto matrimonial.” -“¿Qué más, qué más, dímelo, espejito.” Le insiste la familia. -“Bueno, familia querida. Tú tá fea pa’ la foto. Además de crear ese desorden de juntaderas irresponsables, que ha dejado huérfanas de padres vivos a tantas criaturas, ahora se han inventado otro tipo de supuesto matrimonio, que eso no tiene nombre. Figúrate, dizque un hombre casarse con un hombre y una mujer con otra mujer. Eso como que tiene cocorícamo. Lo malo del caso es que ese invento tiene respaldo de papeletas verdes y ahí es que esa pintura es buena, pues por la plata baila el mono. Si no te defiendes, familia, te van a dar un knock out, que no te quedará ni un diente. Y eso no es nada, querida familia.” -“¿Y falta más, espejito?, insiste la familia. -“Claro que sí. No te puedo ocultar la verdad. Fíjate qué tutuma te han dejado quienes utilizan algunos medios de comunicación que, entrando sin permiso en tu casa, te arrojan toda la suciedad (iba a decir porquería, pero es una palabra muy fea), toda la basura que encuentran en el camino. Sus víctimas preferidas son tus hijitos, varones y hembras, que, sin orientación alguna, encienden la televisión de malos contenidos, se conectan a la Internet para ver pornografía…en fin, que la cosa está apretada y te ves muy fea, querida familia.” -“¿Y no se puede hacer nada, espejito.” -“Seguro que sí, familia. Nunca es tarde si la dicha es buena. Para restaurarte necesitas muchas cosas, pero creo que todas se pueden reducir a tres elementos principales”, dice el espejo. -“¿Crees que con eso puedo restaurar mi imagen y verme mejor? ¿Cuáles son esas tres cosas, espejito?” -“Mira, querida familia. Si de verdad quieres restaurar tu imagen, verte y ser bonita, lo primero que tienes que hacer es arreglar tu cabeza”, dice el espejo. -“¿Cómo así?”, pregunta la familia. -“Bien, tú sabes que la cabeza es como el timón de la persona y tiene que funcionar adecuadamente, de lo contrario todo se vuelve un tollo, un disparate. Si no hay orden en la cabeza, nos alocamos. Una persona que piensa, por ejemplo, que la sexualidad es un juego de muchachos, una forma de entretenimiento como cualquier otra, a la que tenemos derecho, sin criterio ni control alguno. Quien cree que lo importante es no quedar embarazada o no enfermarse del Sida, y que se debe usar y repartir condones (aun a los menores en las escuelas o en cualquier otro sitio, como si fueran caramelos) y hasta promover el aborto, está muy perdida y no puede ayudar a formar una familia como Dios manda”, continúa el espejo. -“¿Y todo el mundo puede utilizar bien la cabeza, espejito?” -“Claro que sí, familia. Lo que sucede es que hay tan gran deterioro porque no se usa la razón, que es una facultad que todo el mundo posee, pero que no muchos utilizan en un aspecto tan importante como es el cultivo del orden en la dimensión sexual. Tampoco se usa la razón en la educación apropiada para el amor y el cultivo de valores. Parecería que lo irracional tiene la última palabra y no debe ser así. La persona humana es un ser pensante y cada paso importante que da en la vida lo debe dar utilizando la razón, usando la cabeza. ¿Qué te parece?” -“Me parece muy bien, espejito. Hay gente que me ha llegado a decir que yo soy del tiempo de cuando Cuca bailaba, precisamente porque no razonan y se dejan llevar del refrán que dice: ¿A dónde va Vicente? A donde va la gente. No piensan con su propia cabeza y creen que se progresa cuando se destruyen los valores. Pero me decías que todavía hay otros dos elementos importantes para restaurar mi imagen y ser una familia hermosa. ¿Cuál es el siguiente punto necesario para lograrlo?” -“Bueno, familia querida. Sin amor no eres nadie. La familia sólo puede caminar a base de mucho amor, pero amor del bueno, del que sabe sacrificarse y no del que solamente piensa en el gustico, porque eso no vale para nada por sí mismo. Si el matrimonio empieza mal, terminará peor; y comienza mal cuando no hay amor del bueno, del que es capaz de sobrellevar la cruz, las dificultades, los problemas con espíritu de comprensión y tolerancia.” -“Así es, espejito, lo comprendo, porque una de las cosas que han fallado en mi caso es el amor. Sobretodo porque la gente, ante el primer sacrificio que se presenta, saca el pie.” -“Tú ves, para lucir hermosa y radiante, como familia, tienes que ser un santuario de amor, donde se cumpla el lema de los tres mosqueteros: Todos para uno y uno para todos. Y ese amor se exprese no sólo con las palabras, sino especialmente con los hechos. Donde el esposo y la esposa se amen de verdad, y los hijos e hijas aprendan de sus padres la gran lección del amor, que en ninguna otra parte podrán aprender. La familia es la primera escuela de amor. ¿Entiendes?” -“Claro que sí. Eso quiere decir que la familia es un proyecto de amor, ¿verdad espejito.” -“Correcto. Pero hay todavía un tercer elemento necesario para restaurarte, familia. Se trata de la fe en Dios, pues con El nada es imposible y sin El no podemos hacer nada.” -“¿Cómo es eso, espejito?” -“Mira. La vida sólo puede ser encaminada en forma correcta cuando la persona se abre a la dimensión espiritual, porque somos seres que van más allá de la materia y nuestra vida está hecha a imagen y semejanza de Dios, que es amor y fuente del amor. El matrimonio y la familia nacen del amor de Dios y sólo en el Señor pueden sostenerse.” -“Eso sí es verdad, espejito, pues yo me he dado cuenta que la fe en Dios es capaz de darle resistencia al hombre y a la mujer para mantenerse unidos, sobrellevándose mutuamente, tolerándose y sacrificándose en la tarea de llevar adelante el hogar. Recuerdo con gusto la expresión: Familia que reza unida, permanece unida” -“Así es, familia, es cierto, pero todavía hay que añadir que, cuando hay fe en Dios, la vida se hace más armoniosa y alegre. La verdadera alegría y felicidad brota de esa presencia del Señor en la vida de cada ser humano y de la familia en cuanto tal. Todas las cosas son provisionales, aun los gozos humanos del momento; sólo el amor dura siempre y éste brota de Dios.” -“Espejito, si entendí bien, para restaurarme como familia y ponerme pepilla y hermosa, debo primero arreglar mi cabeza, enderezarla, sacar toda la basura que he puesto u otros han colocado en ella. Segundo: debo hacer también un trasplante de corazón para dejar atrás la dureza y llenarme de ternura compasiva y amor. Y tercero: hacer una buena limpieza de los pulmones, para respirar el aire oxigenante de la presencia de Dios que me rejuvenece y me permite enfrentar también las tentaciones y dificultades.” -“Entendiste perfectamente, querida familia. Si quieres restaurarte debes enderezar tu cabeza, fortalecer tu corazón con el amor y limpiar tus pulmones para respirar la presencia de Dios. Es una tarea difícil porque estás muy deteriorada y afeada, pero para Dios nada hay imposible. Así que, ¡adelante! y cuando hayas hecho lo que te dije vuelve, que te estaré esperando, para que mirándome a los ojos puedas darte cuenta de lo hermosa que eres.” -“Gracias, espejito. Sé que tú quieres que me restaure y me vea preciosa. Lo haré. Ten paciencia conmigo y espérame, que regresaré con muy buenas noticias.”

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