LA DAMA DE BLANCO
In memoriam
Tiempo de la dictadura. Nuestro papá, Julio,
(Julito para quienes lo conocen desde antaño), en el exilio en Brasil. Nuestro
primo Tavitico apresado, mi hermano Ramoncito buscado.
Poco a poco comienzan a buscar a las esposas de quienes, en desafío al
régimen imperante, habían cometido la osadía de solicitar asilo político.
Le llegó el turno a nuestra madre, Altagracia, Gracita, la Niña. Los
calieses, que merodeaban permanentemente por la calle Marֵía de Toledo número 15 donde vivíamos, irrumpieron
de noche en la casa, provocando el ya acostumbrado, pero esperado, pánico.
Ante la invitación a acompañarles hacia el “cepillo” para conducirla a
“La Cuarenta”, Gracita pidió que le permitieran ir al baño, lo que se le
concedió.
Se puso de rodillas y, en tan inusual capilla, imploró la fuerza del
Señor y la intercesión de la Virgen. Como signo de su confianza y esperanza,
prometió vestirse de blanco toda su vida.
El domingo 24 de Junio de 2012 la condujimos, con lágrimas de paz y
ternura espiritual, al campo santo, vestida de blanco. Vestidura blanca, que
era testimonio de su fidelidad al Señor y a la Virgen, pero que también
simbolizaba la pureza de su corazón.
Como para no hacernos sufrir, se fue despidiendo poco a poco,
pidiéndonos perdón, como si alguna vez nos hubiese ofendido quien derrochaba
constantemente paz, dulzura, sonrisas, bondad.
Se nos fue un ángel; los ángeles tienen su casa en el cielo junto a Dios
y a María. Pero no, no se ha ido, pues la sentimos y está bien cerca de todos, porque
ella amó sin fronteras, aunque la intensidad de su amor se derrochó sobre
quienes más compartimos ese regalo divino,
Todavía no nos acostumbramos a esta nueva realidad, pero para
acostumbrarnos tenemos toda una eternidad por delante, pues, tarde o temprano,
por la misericordia del Señor volveremos a encontrarnos con la Dama de Blanco.
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