UN MUNDO SIN ARMAS

Hay que afirmar
vehementemente la necesidad de crear
conciencia de que los seres humanos tenemos
derecho a vivir en un mundo sin armas.
Si se quiere
preservar la vida humana, es preciso reconocer que nos asiste el derecho a
exigir el desarme mundial y, dentro de nuestro país, el desarme general de la
población.
La paz es la meta a
lograr tanto a nivel personal, en la familia, en el barrio, en la sociedad, en
el país y a nivel internacional. Sin paz no hay vida digna ni felicidad. Y la
paz no se puede lograr si se ve amenazada por las armas.
La violencia
armada, además de ser signo de odio, enemistad y rechazo de los demás, es un
obstáculo para lograr la paz. La paz y
las armas son antagónicas; ambas no pueden caminar juntas.
Actualmente en el
mundo y en la República Dominicana hay muchas armas, lo que genera violencia.
Ese armamentismo crece cada vez más, dejando muerte por doquier, poniendo en
peligro el derecho a la vida, a la paz y la seguridad ciudadana. Así no se
puede seguir adelante, tenemos derecho a acabar con las armas, para poder
vivir.
El principal
obstáculo para que el país pueda dar el paso al desarme son aquellos que,
considerándose e incluso siendo gente seria, creen que con las armas están más
seguros en el mundo problemático y de inseguridad en que estamos viviendo.
Las armas no
resuelven los problemas, más bien los agravan. Y mientras más gente adquiera
armas con la ilusión de defenderse, más graves y trágicos serán los
acontecimientos de los que seremos testigos y más incontrolable será el porte y
tenencia de armas ilegales, así como el contrabando.
Para lograr el
desarme todos tenemos que ceder, especialmente aquellas personas que se
consideran razonables, pero que con su actitud, acciones y con su miedo
fomentan el recurso a las armas.
El multimillonario
negocio de las armas debe terminar en el mundo. A quienes en el país se dedican a este negocio, les recomendamos
que cambien de forma de ganarse el sustento para sus vidas. No se puede
negociar poniendo en juego el derecho a la vida.
También el Estado
Dominicano debe ceder y romper con las contradicciones tan evidentes de, por
una parte, realizar operativos de desarme, mientras, por otra, facilita el
porte y tenencia de armas, justificándolas con una simple licencia, en lo que
lo más importante parece ser el pago del impuesto.
Con licencia o sin
licencia, legales o ilegales, las armas causan los mismos daños y matan igual.
Otorgar licencia
para el porte y tenencia de armas es una forma de fomentar el recurso a las
armas y de crear un descontrol en la sociedad, pues, definitivamente quien anda
armado, no se sabe si tiene licencia o no.
Pero es que además
el Estado se lucra de las licencias que se otorgan para las armas y esto es
inmoral, pues ninguna persona, física o moral, puede recaudar fondos por algo
que esencialmente ha sido fabricado para matar y para cercenar el derecho a la
vida.
Mientras tanto,
para nuestros congresistas el tema del desarme de la población es un TABU; de eso no se habla ni se quiere
hablar, tal vez porque nuestros legisladores son los primeros que andan armados
y, algunos, en forma escandalosa.
Si todos seguimos
el criterio de que debemos armarnos para defendernos, todo el país se llenará
de armas, más de lo que ya lo está. Y quien no obtenga el arma legalmente lo
hará en forma ilegal, que para el caso es lo mismo.
Hay que desarmarse.
Todavía estamos a tiempo, luego será muy tarde. Hay que acabar con las armas o
las armas acabarán con nosotros/as.
NO HAY DERECHO A
TENER ARMAS, PERO SI HAY DERECHO A VIVIR
EN UN MUNDO SIN ARMAS.
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